martes, 1 de septiembre de 2009

Es una sensación que aparece sin que te des cuenta.

Me refiero a que no es algo brusco, no es como las emociones impetuosas que provocan que el corazón te de brincos en el pecho y que las lágrimas salten sin control.

Es una especie de sonido de fondo que te va minando. Sabes que está ahí, pero no le prestas atención.

Nos suelen preocupar más los grandes sentimientos. Sentimientos de esos que salen en los libros y las películas. Sentimientos definidos,exactos y crudos. Amor, Odio, Ira... Sentimientos que merecen ser títulos de capítulos enteros en tu mente y que reclaman una atención inmediata, sin aplazamientos ni excusas.

Y sin embargo un buen día te das cuenta de que está ahí. No sabes bien el qué, pero no pierdes nada por indagar. Quieres saber. Es natural. Es tu mente y no te gustan los misterios. Una vez que lo hayas descifrado tendrá un sentido. Ya no será un murmullo molesto al fondo, no será un avispón. Se convertirá en parte de la sinfonía de tu mundo consciente, en parte de tu autocomprensión.

Así que te pones en marcha. Ahora tienes curiosidad. Esa sensación la conoces. Siempre ha sido parte de ti, viene de serie y te ha sido útil en muchas ocasiones. Sabes satisfacerla y lo vas a hacer ya.

Cuesta más de lo que creías. Estás desentrenado. Antes habrías podido discernir entre pena, miedo o rabia, en un segundo. Pero esta se te escapa. Parece ser más complicada, más sutil. Como una suerte de exudado de tu alma que se hubiese filtrado y se alojase en todos los resortes de tu cuerpo.

La has tolerado durante años. Te conoce y sabe como confundirte. Eso no te lo esperabas.

La buscas a oscuras y obligas a tu razón a indagar, a establecer el instante en el que te apresó. Es una tarea ardua pero necesaria.

Luchas para que tu cerebro se despeje y se percate de lo importante de su tarea. Estás batallando y lo necesitas. No es una broma y tienes que hacérselo saber.

Abres tu archivo y buscas. Pasillo de la memoria. El día anterior, hace dos semanas, el mes pasado, tal vez en tu infancia... Cuanto más retrocedes más fuerte la sientes. Es como una palabra que se aferrase furiosa a unas rocas antes del abismo de la consciencia. Te estás esforzando al máximo pero es complicado ver matices en documentos tan antiguos. Son recuerdos vagos, de las primeras etapas de una mente en construcción. Tú ves borroso, no estás acostumbrado a trabajar con un material tan endeble, tan sin formar. Es como ver el mundo, tu mundo, a través de un vidrio esmerilado.

Te preguntas por qué no consigues recordar tu pasado con claridad, y maldices a una emoción tan astuta que se refugia allí donde no puedes apresarla.

Ese es el momento. Y justo cuando estás a punto de llorar de pura impotencia decides sonreír. Has desentrañado el misterio.


nostalgia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario